miércoles, 8 de diciembre de 2010

La universidad y los cuerpos celestes


En el universo hay varias clases de cuerpos celestes, entre ellos:

estrellas brillantes
estrellas oscuras
agujeros negros
cuásares
planetas gigantes
planetas con anillos
planetas enanos
planetas aptos para la vida
satélites
cometas
nubes gaseosas

Cuando pasees por el campus, intenta asignar estos papeles a las personas (alumnos, profesores, personal) que te cruces. Puede ser divertido

Frases para buscar la universalidad




La universidad debe buscar la universalidad, mirar hacia arriba (que no separarse) desde la sociedad que la cobija, para tirar de ella y saber hacia dónde se puede ir. Sólo la sociedad puede elegir el camino, pero la universidad debe indicarlos, señalizarlos, para que se pueda elegir con más criterio y el tránsito sea más sencillo y sensato. Es preciso huir del ámbito próximo, que nos ata y achica nuestros horizontes, también del localismo y del nacionalismo estrecho y recortador. La nación tiene sentido cuanto más grande, y pocas cosas son más tristes que constatar que a algunos se les da un ámbito más grande, más rico, y lo rechazan, quedándose en su parroquia. Vale por ellos (malo ya es), pero de ninguna manera podemos contagiarnos

¿Qué opinará Puigcercós que soy yo? ¿asturiano, y ya? Me niego, es recortar lo que ya soy. Claro que soy asturiano (orgullosísimo), pero al mismo tiempo y por igual español y europeo. Y un poco californiano de adopción. No renuncio a esas herencias, y Poblet está en mi acervo nacional, me es propio. Lamento que Puigcercós no vea igual a Covadonga, o a Santa María del Naranco. Para mí, las vírgenes de Montserrat y Aránzazu son mías, las siento propias.

¿Qué hay que hacer en este sentido con la universidad? No recortar y no negar. No negar los orígenes, constatando que hay tantos que es muy difícil estratificar. Somos una mezcla intensa y estupenda, y menos mal. La Universidad debe ser meritocracia por excelencia, y cuentan la opinión de los alumnos y nuestra contribución, no en qué lengua podemos dar clase, una vez que empleemos una o unas en la que lleguemos a la sociedad y a nuestros alumnos.

En la última semana he visto cuatro frases que deben ser faros para conseguir este fin:

1) Vargas Llosa en su discurso del Nobel: "Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz" (de la transición Española).

2) Iain M. Banks: "outright destruction of major civilisational assets was rightly seen by all as inelegant, wasteful, counter-productive and – apart from anything else – simply shrieking of shamefully deep societal insecurity" (la descarada destrucción de un recurso importante de la civilización es nada elegante, un derroche, contraproducente y -además de otras cosas- un alarido de una sociedad profundamente insegura

3) Aurora Zubillaga, en una entrevista en El País: "En España el mercado es bastante regionalista y un poco más conservador que en Italia, por ejemplo, donde se vende más arte povera. Los gallegos quieren a sus pintores y los catalanes a los suyos. Es complicado encontrar un comprador catalán para un cuadro de Gutiérrez Solana, o en Madrid uno para Zuloaga"

4) de una conferencia de un pensador (aunque yo ya había llegado a la misma conclusión): la Universidad tiene muy poca influencia en la sociedad porque lo que produce es cada vez menos útil y comprensible, salvo para gente dentro del mismo negocio de publicar.

Conclusiones:
  • Disfruta de tu casa, pero pon grandes ventanas, y no te aísles del mundo.
  • Intenta abarcarlo y comprenderlo, y llevar tantos sitios como puedas en tu corazón.
  • Utiliza tu posición en la Universidad para divulgar el conocimiento, no sólo el tuyo.
  • Y procura que lo que produces sea útil más allá de los despachos de investigación (bueno, alterna el JCR con lo útil en tu ámbito profesional).

Mira el mapa de la tierra; hay fronteras, pero los territorios tiene (casi) el mismo color. Cuantos más te sean propios, mejor.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Invertir, revertir y mantener


El Ministro José Blanco ha afirmado en una comparecencia ante la Comisión de Vivienda del Congreso de los Diputados que "no tiene inconveniente en invertir menos en carreteras y más en vivienda". Es noticia de anteayer. Hoy se publica en todos los diarios que cierra Chillida Leku en enero (no os perdáis la obra de este maravilloso escultor http://www.museochillidaleku.com/).

Es un poco raro traer las dos cosas al mismo plano, lo sé, pero la reflexión que me sale del alma es la misma: hay que invertir en las dos cosas, seguro. Las preguntas son dos ¿cuánto hay que invertir? ¿de dónde sale o debe salir el dinero? Porque lo que es claro que no se puede invertir los dineros que ni se tiene ni se tendrá.

La inversión pública está mal vista, porque se suele equiparar con despilfarro. Y muchas veces no es así. Sólo la visión pesimista de los españoles, tan orgullosos y tantas veces incapaces de ver lo bueno del país explica este pesimismo antropológico (Matilde Asensi es un ejemplo asombroso en sus últimos dos libros, en los que un personaje rencoroso y despreciable, vengativo y egoísta no cesa de emitir juicios terribles sobre España, mientras no se plantea sus horrendas acciones, escasamente justificadas: en el último libro asesina de la forma más terrible que imagina, y se recrea en ello, a cuatro hermanos por lo que uno ha hecho).

En fin, que las carreteras que tenemos ha permitido el desarrollo de industrias como las casas rurales (imposibles si se tarda mucho en llegar lejos a pasar el fin de semana) y del turismo de playa (cuando yo era pequeño ir de Asturias a Alicante era una aventura, no tenía sentido para menos de dos semanas de vacaciones). Y a Chillida no lo podemos perder, y ya José Antonio Fernández Ordóñez colaboró con él. Lo que importa es un equilibrio. En Chillida-Leku trabajan 23 personas. Puede que sean demasiadas. La inversión en carreteras en los años pasados fuemuy elevada, y ahora manda la reducción del déficit. Hay forzosamente que obedecer a las matemáticas financieras, pero sin renunciar al sentido común.

No es cuestión de invertir en vivienda o en carreteras, como no es cuestión de seguir el principio de invertir en camisas y no en pantalones. Además, no es lo mismo comprar ropa que mantener la que tenemos en buen uso. ¿Es ahorrar no lavar la ropa, no arreglar sus descosidos? ¿O es gastar más? El ministro tiene que preguntar a sus asesores de confianza (alguien los llamo asesortes, como consortes, por lo poco que influyen) cuánto hay que invertir en conservación: ese es un techo del que si se baja se es responsable de un deterioro de las condiciones. Mola menos la conservación, porque no se inaugura. Pero es imprescindible.

Si me dicen que descuidamos un tramo de carretera este año por dar algo a Chillida Leku estaría de acuerdo. Pero no en que se diluya el lenguaje hasta que no signifique nada. Y no en que los asesores, funcionarios y trabajadores del Ministerio de Fomento dimitan de dar ideas y estructurar la inversión IMPRESCINDIBLE.

Basta de dimitir de hacer cosas y culpar a los políticos o a los funcionarios. Hay que empezar a preguntarse cada uno ¿Yo qué he hecho hoy para mejorar la calidad de los ciudadanos? Pues mañana hay que hacer un poco más.