El gobierno actual (2008-2011) quiere cuadrar el círculo de ahorrar y mantener un gasto público son escaso control, y lo ha hecho a costa de las inversiones. Es de cajón: si se mantiene el gasto y hay que reducir las salidas de dinero, sólo puede ser a costa de las inversiones. Han caído espectacularmente las inversiones en equipamiento, en I+D+i y en defensa. Han caído -menos, de momento- las inversiones en educación y salud.
Esta estrategia es discutible, y peligrosa. Por poner un ejemplo, en los años 80 se redujo a cero la inversión en conservación de firmes, y eso a la larga ha costado dinero, ya que ocurre como en el coche: si no pones aceite tendrás que comprar un motor completo. Pero eso no es lo peor.
En esta segunda quincena de agosto se multiplican los artículos y las declaraciones de mentes preclaras que, con o sin intención, confunden claramente inversión con gasto. Como dice José Borrell (Público, 28-08-11) "... es importante la naturaleza de gastos e ingresos, que se suele obviar alegremente. El déficit que toma en consideración la contabilidad pública es el que resulta entre gastos e ingresos no financieros, y entre estos hay que distinguir entre gastos corrientes (como sueldos y gastos de funcionamiento, intereses y subvenciones) e inversiones."
El gasto es algo que tiene alguna ventaja hoy, pero no perdura. Borrell: "beneficia a sus receptores de hoy y, por eso, se debe financiar con ingresos de hoy". No se entiende que buena parte de la izquierda diga que limitar el déficit es neoliberal y que, en realidad (aunque ellos lo omiten), prefieren que el gasto de hoy lo paguen nuestros hijos y nietos. La inversión tiene beneficios futuros (seguimos circulando por carreteras construidas a lo largo de los últimos 300 años, usamos los parques, los abastecimientos de agua, las escuelas....).
La inversión sí justifica un endeudamiento, para poder racionalizar los plazos de planificación y construcción.
Una sociedad moderna debe estar informada de los planes (hace falta planificación, para poder tomar decisiones y explicarlas, o siquiera preguntar), y no puede gastar lo que no tiene. Si mucha gente chupa del bote y nadie repone, el bote se acaba.
El déficit para el gasto es malo, para inversión debe permitirse.
Conclusión: poténciense las oficinas de planificación, para racionalizar la inversión. Contémplese que es malo invertir CERO, y distribúyase el gasto. Seamos conscientes de que los que dicen que se puede ahorrar mucho y no recortar nada no saben donde viven (son bobernantes, o tontertulios) o peor, saben que lo que dicen es falso. Y preparémonos con calma para recortar gastos, y subir impuestos, hasta llegar al equilibrio.
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