miércoles, 8 de diciembre de 2010

La universidad y los cuerpos celestes


En el universo hay varias clases de cuerpos celestes, entre ellos:

estrellas brillantes
estrellas oscuras
agujeros negros
cuásares
planetas gigantes
planetas con anillos
planetas enanos
planetas aptos para la vida
satélites
cometas
nubes gaseosas

Cuando pasees por el campus, intenta asignar estos papeles a las personas (alumnos, profesores, personal) que te cruces. Puede ser divertido

Frases para buscar la universalidad




La universidad debe buscar la universalidad, mirar hacia arriba (que no separarse) desde la sociedad que la cobija, para tirar de ella y saber hacia dónde se puede ir. Sólo la sociedad puede elegir el camino, pero la universidad debe indicarlos, señalizarlos, para que se pueda elegir con más criterio y el tránsito sea más sencillo y sensato. Es preciso huir del ámbito próximo, que nos ata y achica nuestros horizontes, también del localismo y del nacionalismo estrecho y recortador. La nación tiene sentido cuanto más grande, y pocas cosas son más tristes que constatar que a algunos se les da un ámbito más grande, más rico, y lo rechazan, quedándose en su parroquia. Vale por ellos (malo ya es), pero de ninguna manera podemos contagiarnos

¿Qué opinará Puigcercós que soy yo? ¿asturiano, y ya? Me niego, es recortar lo que ya soy. Claro que soy asturiano (orgullosísimo), pero al mismo tiempo y por igual español y europeo. Y un poco californiano de adopción. No renuncio a esas herencias, y Poblet está en mi acervo nacional, me es propio. Lamento que Puigcercós no vea igual a Covadonga, o a Santa María del Naranco. Para mí, las vírgenes de Montserrat y Aránzazu son mías, las siento propias.

¿Qué hay que hacer en este sentido con la universidad? No recortar y no negar. No negar los orígenes, constatando que hay tantos que es muy difícil estratificar. Somos una mezcla intensa y estupenda, y menos mal. La Universidad debe ser meritocracia por excelencia, y cuentan la opinión de los alumnos y nuestra contribución, no en qué lengua podemos dar clase, una vez que empleemos una o unas en la que lleguemos a la sociedad y a nuestros alumnos.

En la última semana he visto cuatro frases que deben ser faros para conseguir este fin:

1) Vargas Llosa en su discurso del Nobel: "Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz" (de la transición Española).

2) Iain M. Banks: "outright destruction of major civilisational assets was rightly seen by all as inelegant, wasteful, counter-productive and – apart from anything else – simply shrieking of shamefully deep societal insecurity" (la descarada destrucción de un recurso importante de la civilización es nada elegante, un derroche, contraproducente y -además de otras cosas- un alarido de una sociedad profundamente insegura

3) Aurora Zubillaga, en una entrevista en El País: "En España el mercado es bastante regionalista y un poco más conservador que en Italia, por ejemplo, donde se vende más arte povera. Los gallegos quieren a sus pintores y los catalanes a los suyos. Es complicado encontrar un comprador catalán para un cuadro de Gutiérrez Solana, o en Madrid uno para Zuloaga"

4) de una conferencia de un pensador (aunque yo ya había llegado a la misma conclusión): la Universidad tiene muy poca influencia en la sociedad porque lo que produce es cada vez menos útil y comprensible, salvo para gente dentro del mismo negocio de publicar.

Conclusiones:
  • Disfruta de tu casa, pero pon grandes ventanas, y no te aísles del mundo.
  • Intenta abarcarlo y comprenderlo, y llevar tantos sitios como puedas en tu corazón.
  • Utiliza tu posición en la Universidad para divulgar el conocimiento, no sólo el tuyo.
  • Y procura que lo que produces sea útil más allá de los despachos de investigación (bueno, alterna el JCR con lo útil en tu ámbito profesional).

Mira el mapa de la tierra; hay fronteras, pero los territorios tiene (casi) el mismo color. Cuantos más te sean propios, mejor.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Invertir, revertir y mantener


El Ministro José Blanco ha afirmado en una comparecencia ante la Comisión de Vivienda del Congreso de los Diputados que "no tiene inconveniente en invertir menos en carreteras y más en vivienda". Es noticia de anteayer. Hoy se publica en todos los diarios que cierra Chillida Leku en enero (no os perdáis la obra de este maravilloso escultor http://www.museochillidaleku.com/).

Es un poco raro traer las dos cosas al mismo plano, lo sé, pero la reflexión que me sale del alma es la misma: hay que invertir en las dos cosas, seguro. Las preguntas son dos ¿cuánto hay que invertir? ¿de dónde sale o debe salir el dinero? Porque lo que es claro que no se puede invertir los dineros que ni se tiene ni se tendrá.

La inversión pública está mal vista, porque se suele equiparar con despilfarro. Y muchas veces no es así. Sólo la visión pesimista de los españoles, tan orgullosos y tantas veces incapaces de ver lo bueno del país explica este pesimismo antropológico (Matilde Asensi es un ejemplo asombroso en sus últimos dos libros, en los que un personaje rencoroso y despreciable, vengativo y egoísta no cesa de emitir juicios terribles sobre España, mientras no se plantea sus horrendas acciones, escasamente justificadas: en el último libro asesina de la forma más terrible que imagina, y se recrea en ello, a cuatro hermanos por lo que uno ha hecho).

En fin, que las carreteras que tenemos ha permitido el desarrollo de industrias como las casas rurales (imposibles si se tarda mucho en llegar lejos a pasar el fin de semana) y del turismo de playa (cuando yo era pequeño ir de Asturias a Alicante era una aventura, no tenía sentido para menos de dos semanas de vacaciones). Y a Chillida no lo podemos perder, y ya José Antonio Fernández Ordóñez colaboró con él. Lo que importa es un equilibrio. En Chillida-Leku trabajan 23 personas. Puede que sean demasiadas. La inversión en carreteras en los años pasados fuemuy elevada, y ahora manda la reducción del déficit. Hay forzosamente que obedecer a las matemáticas financieras, pero sin renunciar al sentido común.

No es cuestión de invertir en vivienda o en carreteras, como no es cuestión de seguir el principio de invertir en camisas y no en pantalones. Además, no es lo mismo comprar ropa que mantener la que tenemos en buen uso. ¿Es ahorrar no lavar la ropa, no arreglar sus descosidos? ¿O es gastar más? El ministro tiene que preguntar a sus asesores de confianza (alguien los llamo asesortes, como consortes, por lo poco que influyen) cuánto hay que invertir en conservación: ese es un techo del que si se baja se es responsable de un deterioro de las condiciones. Mola menos la conservación, porque no se inaugura. Pero es imprescindible.

Si me dicen que descuidamos un tramo de carretera este año por dar algo a Chillida Leku estaría de acuerdo. Pero no en que se diluya el lenguaje hasta que no signifique nada. Y no en que los asesores, funcionarios y trabajadores del Ministerio de Fomento dimitan de dar ideas y estructurar la inversión IMPRESCINDIBLE.

Basta de dimitir de hacer cosas y culpar a los políticos o a los funcionarios. Hay que empezar a preguntarse cada uno ¿Yo qué he hecho hoy para mejorar la calidad de los ciudadanos? Pues mañana hay que hacer un poco más.



martes, 9 de noviembre de 2010

Resumir, adoptar, tomar, .... ¿plagiar?

Una frase que he oído entre los arquitectos dice que los arquitectos malos copia, y los buenos plagian. El plagio en la arquitectura y la ingeniería es un tema muy complicado, por al menos cinco razones:

1) las obras no son personales, mal que les pese a algunos, sino fruto de una labor de equipo
2) el producto no es fácilmente registrable (¿y a nombre de quién se registraría?)
3) la mejora en la técnica pasa por adoptar soluciones que tienen ventajas. El hormigón armado fue una patente en sus inicios, y es claro que su generalización significó un gran avance para la sociedad. ¿Cuánto hay que respetar una patente si su aplicación es tan beneficiosa? En los medicamentos se sigue dando vueltas a esta pregunta, sin grandes resultados. En
ingeniería plagiar tiene sus ventajas sociales (y, claro, para los que plagian)
4) la ingeniería es fácil de robar, porque no se produce en un centro identificable, y una persona es suficiente (por contra, los medicamentos se fabrican en plantas complejas que se pueden cerrar, o multar a sus propietarios con relativa facilidad, ya que no pueden escurrir el bulto)
5) en los textos técnicos no figuran los autores, no suelen publicarse, y sus propietarios (normalmente, la Administración) no tiene mucho interés en ser citados, por si acaso algo sale mal. Así que es difícil citar, no sabes a quién ni dónde. Y tampoco sirve para la segunda utilidad de una cita, aparte de reconocer la autoría intelectual: es dudoso que el lector pueda localizar la obra.

Bernardo Atxaga tiene una serie de tres cuentos en Obabaoak (Los de Obaba) en los que propugna y favorece el plagio, eso sí, cambiando tanto lo plagiado que se convierte en original. El tercer cuento afirma que es un plagio, sin que el que escribe esto sepa de dónde se sacó. Hablemos, pues, de aprender de otros, de inspirarse.

En el programa Clásicos Populares había una sección titulada algo así como "Casualidad, inspiración o plagio" en el que se ponían de manifiesto parecidos razonables o excesivos, aunque en ocasiones cabía la duda de si el autor posterior había conocido la obra anterior.

Claro, plagiar es tan sencillo, tan tentador.... Así que vamos a seguir a Atxaga, y citar un documento de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla sobre el plagio:

Se dan tres excelentes consejos:
"1. No confíes en la memoria: Toma notas
2. Si te conviene. cita la frase o párrafo directamente del original y acredita la autoridad y fuente mediante una cita o referencia bibliográfica
3. Si te conviene más, o no recuerdas la cita con precisión, parafrasea (resumiendo o no) las palabras originales del autor y acredita la autoridad y fuente mediante una cita o referencia bibliográfica"

La definición de parafrasear merece ser insertada como cita explícita "Parafrasear es utilizar las ideas de otra persona, pero usándolas como si fueran propias. No es simplemente cambiar superficialmente el texto (algunas palabras por otras sinónimas o alterar su orden). Es leer el original, comprender lo que el autor dice, sintetizar la información y entonces escribirla con muestras propias palabras".

¿Cómo saber si copias o parafraseas? Una paráfrasis no es buscar sinónimos, y cambiar la voz activa por la pasiva. Es, en primer lugar, citar la fuente; segundo, emplear estructuras y palabras propias del que escribe, no del parafraseado; tercero, tomar lo que sea más relevante y repetirlo entre comillas; y cuarto, utilizarlo en el discurso de forma relevante por la propia paráfrasis. Normalmente, lo que origina una paráfrasis es que el original está en otro idioma, que su reproducción distrae del discurso o resultaría prolija. De hecho, la Wikipedia define parafrasear como "traducir de forma exacta sin perder la esencia y el sentido del texto original"

Sube a los hombros de los gigantes que te precedieron, porque darán más altura a tus pensamientos. Pero no pienses que sus méritos son tuyos, y, sobre todo, no dejes a los demás pensarlo.

domingo, 31 de octubre de 2010

Diálogos que deberían haber ocurrido

Abre Francisco Cambó: "Hay dos maneras seguras de llegar al desastre: una, pedir lo imposible; otra, retrasar lo inevitable"
Julio Esteban dice: "Yo añado otra: decir que sí a todo el mundo"
apostilla Bill Cosby: "No sé cual es la clave del éxito, pero la clave del fracaso es intentar agradar a todo el mundo".
Y dice Peter Drucker: "La mejor estructura no garantizará los resultados ni el rendimiento. Pero la estructura equivocada es una garantía de fracaso".

Así que ya lo sabes:

1) no pidas lo imposible
2) afronta lo inevitable tan pronto como puedas, pero en el momento conveniente
2.a) si un momento es conveniente, no esperes otro mejor para la confrontación
3) haz lo que debas, y sabe bien a quién debes agradar
4) ten una estructura adecuada

Y a trabajar, al final sólo te salva el trabajo duro, cuando no tienes suerte.

jueves, 28 de octubre de 2010

La victoria de la cobardía (más bien para ámbito universitario)

En las últimas legislaturas se han introducido cambios en el sistema de selección de profesorado, que se pretendía que aumentaran la calidad de la selección y eliminaran la endogamia. Pese a los recientes intentos de introducir cambios para aumentar la calidad en la selección del profesorado y la implantación de la apariencia de una carrera docente, la realidad es que estos cambios no han contribuido a mejorar el sistema. La aparición de herramientas como la Habilitación y la Acreditación, que en principio ofrecen mejoras, están resultando en la victoria de la cobardía y la fosilización del sistema, bajo una apariencia muy diferente. Y, en gran medida, esto está ocurriendo por culpa de los propios integrantes de los cuerpos docentes.

De los objetivos expuestos, la habilitación (que no ha llegado a dar la medida verdadera de sus posibilidades, porque empezó con lentitud y ha sido abortada) ha sido, en mi opinión, eficaz en la lucha contra las pretendidas injusticias que se producían. Es evidente que se han producido desafueros (ningún sistema los impide al cien por cien), pero, en mi experiencia, no tantos como la gente cree. De hecho, el sistema siempre ha sido devaluado por profesores, docentes e investigadores que, al no ganar, han apelado a la “evidente” injusticia de no ser ellos los seleccionados. Conozco algunos profesores incompetentes, pero no todos ellos vencieron a gente de mejor calidad indiscutible. Y, desde luego, desde hace décadas conozco a gente que se quejó de la “injusticia” y, cuando llegaron al puesto, han revelado falta de capacidad y falta de interés. Es más normal el resultado de que podían decidirse por tus méritos o por los de otro, sin que estuviera muy claro a priori quién es claramente mejor.

El problema básico, creo, es que la acreditación ha surgido como el deseo de evitar conflictos y considerar mucho mejor que otro haga nuestro trabajo. Desde tiempo inmemorial, los profesores han sido seleccionados por sus iguales, lo mismo que los abogados, ingenieros, médicos, pilotos, maquinistas, controladores aéreos y tantas otras profesiones. Ahora, el proceso será automático: bastará con llegar a un cierto número de puntos en una evaluación fuertemente baremada. ¿Es eso mejor, o más justo?

¿Qué problemas hay con ello? Varios. En primer lugar, el borrador de acreditación impone un plazo mínimo para llegar a cada categoría. Esto no es bueno. Porque, primero, impide que gente verdaderamente brillante llegue arriba pronto, lo que sería bueno para el sistema; segundo, porque impide que se cubran plazas que se quedan vacías, a menos que los requerimientos se cumplan., y, tercero, no garantiza nada. Simplemente, en el mejor de los casos, evita errores, no garantiza aciertos. Y evitar errores impidiendo la decisión no es bueno. Las plazas deben cubrirse, salvo que se demuestre que no hacen falta, en cuyo caso deben amortizarse. Pero sé de bastantes universidades y departamentos que necesitan catedráticos, y no los tienen porque el sistema no es capaz de producir gente interesada en mudarse.

Además, producirá, seguro, un aumento de la endogamia. Las universidades se limitarán a convocar plazas cuando su gente se haya acreditado (esto ya está sucediendo). Y los acreditados, salvo excepciones, preferirán luchar por mejorar su plaza que mudarse a otra ciudad. Esto se suma lo que ya es una tendencia alarmante en España de preferir lo malo conocido a lo bueno por conocer en materia de lugar de residencia.

Finalmente, produce la perversión de que no hay otro mérito que el SCI, JCR, o similares. Ojo, no me refiero a la investigación fructífera, sino a su publicación en un circuito de revistas y monografías que, en apariencia, garantizan la calidad. ¿Qué es un mayor mérito: un artículo en el JCR o un libro docente en una editorial internacional? Desde luego, lo segundo sería un criterio decenas de veces más restrictivo: hay miles de artículos al año en el JCR en cada área, y sólo un puñado de libros editados internacionalmente.

Pueden mencionarse otras perversiones: artículos de 5000 palabras firmado por cinco o más autores (a tres páginas por autor), equipos que son capaces de enviar decenas de comunicaciones y artículos al año (es casi imposible que contengan aportaciones relevantes), gente que se cambia la firma (los dos firmamos todo lo que cada uno produce, no en equipo, sino en rebaño).

Pero lo más grave, lo que motiva el título de este artículo, es la dependencia creciente del JCR. El JCR es un recurso natural y casi obligatorio cuando se trata de juzgar aportaciones en otros campos diferentes del propio. Al no tener suficientes conocimientos, es imperativo que alguien más juzgue. El JCR y los proyectos subvencionados constituyen un juicio indirecto: yo valido lo que otros, iguales que tú, han dicho. Pero sobre el campo propio ¿qué juicio de terceros hace falta? En mi campo ¿qué más me da si la investigación es subvencionada, o dónde se publicó? ¿No hay revistas mediocres en el JCR? La respuesta es sí, las hay. Acudir a si una revista está en el JCR revela inseguridad o ignorancia sobre la aportación de un artículo o comunicación ¿Tiene menos valor una contribución sólo por no estar en un determinado índice?

En los procesos de emisión de una opinión colegiada, entre candidatos diferentes con currículos diferentes, es altamente improbable que se pueda evitar todo conflicto. No se debe dimitir de la obligación de juzgar, salvo que se contemple como mejor alternativa que otros, de fuera, sean los que juzguen. Porque esa es la victoria de la cobardía, y los de fuera no tienen más remedio que depender de un plazo mínimo e índices externos. O juzgan, emiten un certificado basado en valoraciones parciales. Nadie juzga, y todos certificamos. Mientras tanto, el sistema no mejora, pero disminuye el conflicto

sábado, 2 de octubre de 2010

La ingeniería consultora ¿es un juego?

El texto que sigue se refiere especialmente a la consultoría de construcción y edificación, el negocio de elaborar proyectos, estudios y anteproyectos para las Administraciones Públicas y clientes privados.

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Nótese que en lo que sigue no se está hablando de ningún consultor en concreto, ni de ninguna administración específica, y, por supuesto, de ninguna persona. Pero no cabe duda que de la superposición relativa de todas las personas de las administraciones por un lado, y de todas las personas de las empresas por otro, saldrán arquetipos y aglomeraciones estadísticas. Lo aquí expuesto en cuanto a descripciones es cierto estadísticamente, lo que quiere decir que es cierto para el grupo y falso cuando se intenta aplicar esta descripción a un individuo.

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La relación de la administración con las empresas consultoras que son parte de sus proveedores no es un juego de suma cero, sino de provecho mutuo y mayor provecho para la sociedad. Por tanto, ni las Administraciones ni los consultores ganan si pierde la otra parte. Puede describirse el beneficio social como un producto de los signos finales: si ganan los dos, gana la sociedad, si sólo gana uno, pierde la sociedad (negativo por positivo). El resultado matemático de negativo por negativo (los dos pierden) no tiene un sentido claro, como no sea el provocar una revolución en los modos de actuar. Así pues, el beneficio de las tres partes implica que clientes y proveedores se pongan de acuerdo en ganar los dos.

Por ello, hay que abandonar ya la posición negociadora basada en ser el más listo, tanto entre la administración y el consultor como en las subcontrataciones. Hay muchos ladrones de trabajo en este océano, cierto, pero muchos menos de los que creen serlo. Si yo te contrato trabajo por 30000 euros y te pago 20000, he ganado. Claro, si tú respondes entregando 14000 euros y cobrado 20000, no podré quejarme sin acudir a la ley del embudo. Este es un camino que conduce al fracaso, al cabreo y a la imposibilidad de arbitraje, porque una parte sabe que perderá. Y, dicho sea de pasada, convendría que hubiera muchos más arbitrajes entre trabajo y facturación, y que el Colegio de Ingenieros de Caminos, se implicara en ello.

El juego matemático al que más se parece la relación entre Administración y Consultoras (A y C en adelante) es, creo yo, el juego conocido como Konrad y Niko, creado por Hammerstein y Selden. El primer jugador es Konrad, que puede decidir jugar con equilibrio (E, o 50-50) o con ventaja (V, en el juego, 90-10). A continuación, Niko decide cuánto dinero se apuesta, mucho (M) o poco (P). Si juega mucho, cada parte gana 10 veces lo apostado. Si juega poco, sólo una. El máximo beneficio se produce siempre que Niko juegue mucho, aunque sepa que con ello está dando mucho más beneficio a Konrad si éste juega con ventaja.

Quien da un contrato es siempre Konrad, y el contratado Niko. Y en el resultado de un conjunto de interacciones es importante saber si se juega una sola vez o una serie de veces. En cualquier mercado la situación es que los actores normales juegan muchas veces, y los francotiradores una vez, o veces aisladas espaciadas. También es cierto que si los jugadores son miopes el que puedan volver a jugar se considera parte del premio de Niko (en realidad, si deciden volver a jugar es porque a los dos les interesa, y por tanto que haya otra partida será en beneficio de los dos, no sólo de Niko).

Otra característica de mercados reales que si Konrad, que tiene la mano, decide una ventaja muy desequilibrada, irrita a Niko, que intentará otras estrategias derivadas de intercalar una partida del juego del prisionero: si puedo delatar al representante de Konrad, me lo quito de encima, y otro Konrad tomará su lugar. Por su parte, si Niko es miope y trata de rebajar el beneficio de Konrad, irrita a Konrad y limita su propio beneficio. El resultado global entre jugadores sabios es que Konrad jugará con ventaja, pero no excesiva (salvo que sea santo, y de ventaja a Niko, pasa tan pocas veces) y Niko apostará mucho, contando además con ser llamado a repetir la partida.

Para todos lo que han trabajado en algún momento en una Administración o una consultora el juego es tan familiar que puede resultar incómodo haber sido un arquetipo. Hay muchos Konrads y muchísimos Nikos ¿Qué pasa cuando Konrad 1 decide usar la mesa de juegos como almacén, y no jugar más? Que los Nikos que jugaban con él (casi siempre hay varios Nikos para cada Konrad, varios proveedores para cada cliente) tendrán que buscar otra versión del juego. Aparte de ser perjudicial (este cambio será un poco o bastante traumático), cuando Konrad 1 decida que necesita jugar los Nikos, que vendrán, tendrán limitada su apuesta a poco, porque les faltarán los recursos para apostar mucho, tanto en dinero como en experiencia. Son, en esencia, jugadores nuevos. Puede que, como en algunos títulos nobilarios, su título sea muy antiguo y glorioso, pero los que están en el juego serán retoños de esa noble estirpe, con bibliotecas pero sin experiencia . Y así será, porque Konrad 1 no tiene la capacidad de producir elementos necesarios en su proceso, sean auditorías, estudios de soluciones o proyectos, especialmente en momentos de punta.

En conclusión: Konrad debe jugar con poca ventaja, y buscar, mantener y educar a un grupo de Nikos que le satisfagan. Si hay puntas mucho más acusadas, vendrán más Nikos. Si se reduce el mercado, se irán unos cuantos. Pero Konrad tiene que tener un presupuesto estable para Niko, y presionar para que Niko apueste mucho. Este planteamiento llevará al máximo beneficio estable de Konrad, de Niko y de la sociedad.

A su vez, Niko no puede limitarse a poner negro sobre blanco lo que desea (o interpreta que desea) Konrad. Esta actitud equivale a apostar poco. Por varias razones. En primer lugar, no advierte a Konrad de riesgos que pueden aparecer. En segundo lugar, no permite a Konrad mejorar su experiencia y acervo. Por último, en este caso los Nikos resultan completamente intercambiables, y estarán al arbitrio de ser sustituidos sin ningún coste adicional para Konrad. En consecuencia, cada Niko debe buscar cuatro aspectos compatibles con ganar dinero: uno, capacidad técnica; dos, responder dando criterio, ventajas e inconvenientes; tres, innovación y cuatro, capacidad de interlocución.

La conclusión no es nueva, pero así vista tiene la ventaja de ser científica, y muy fácil de ver para todos los decisores, por elevada que sea su posición y aunque vengan de otros mercados y actividades. Y conviene comparar lo que hacen los Konrads privados y los públicos.

sábado, 20 de febrero de 2010

El caminante y el lago


Un caminante humilde, sea el Todopoderoso siempre alabado, se perdió en la niebla. Al caer la noche, nada podía distinguir, y decidió detenerse y dormir. Su noche fue larga, porque estaba cansado, y no se despertó más que cuando el sol ya estaba alto. Oyó un ruido, en el cielo, y, al mirar, vio un gran pájaro blanco resplandeciente.

Su graznido era suave, pero penetrante. Se alejó volando hacia el sur, y, al seguirlo con la mirada, el caminante vio una ciudad maravillosa y un lago perfecto. No había una brizna de viento, el aire estaba tan quieto que el silencio sólo estaba roto por el pájaro. La ciudad tenía minaretes, torres, palacios y jardines colgantes. Al reflejarse en el agua, se veía todo duplicado, con claridad y perfección. No se distinguía ninguna diferencia entre la ciudad y su reflejo

En ese momento, al caminante se le ocurrió que él no podía llegar a la verdadera ciudad, sino sólo a su reflejo. Estaba tan al revés que la realidad maravillosa se le escapaba. Por eso, en lugar de tomar el camino, se adentró en el lago.

Cuando, finalmente, se iba a ahogar antes de llegar a la ciudad, otro pajarillo se le posó en la cabeza. Su canto agudo y alegre le distrajo de su vana ilusión. Miró hacia abajo, viendo su reflejo y el del pajarillo. Metió la cabeza en el agua, y dejó de oír el canto.

Sacó de nuevo la cabeza, suspiró y dijo: gracias, pequeño, porque me había engañado a mí mismo, y tu voz me ha rescatado. Salió del agua, y, aunque le seguía pareciendo la ciudad reflejada de mayor calidad, se encaminó a la real, cantando, y con el pajarillo revoloteando a su alrededor, porque le iba dando migas de pan.

Y Aquél que a todos ama iba con él, delante y detrás, y, sobre todo, al lado.

Libros desde Manolo

A estas alturas, he leído demasiados libros. Muchos amigos míos lo creen, pero yo no puedo parar. Además, los libros generan palabras, mas o menos acertadas. Aquí dejaré textos propios y reseñas de los libros y textos que haya leído. Para quien pueda querer aprovecharlo.